miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una mano sobre la pierna

Una mano sobre la pierna.
Eso era todo.
No necesitaba más.
No necesitaba un beso,
ni una mirada,
ni una llamarada,
eso era todo.
Sentía su protección,
estaba ahí conmigo,
tumbado junto a mí,
ocupado en sus asuntos,
pero con una mano sobre la pierna.
Cada uno tenía su vida, su sueño,
éramos soñadores,
pero la mano estaba sobre la pierna.
Esta mañana seguía ahí,
aquella farewell se acercaba,
pero ahí seguía,
piel contra piel,
sin querer despegarse.
Aquella mano tenía un poder,
como pocas habían tenido,
y dejen de pensar en lo sexual,
era capaz de vaciarme, así es,
de que ni el hoy ni el mañana importase,
de que cerrara todo,
de que volara sin volar
y respirara sin respirar.
Eso era mi vida.
Una mano sobre la pierna.

jueves, 22 de octubre de 2015

Un cuadro mudo

Hace un mes aquel cuadro,
aquellos blancos y grises,
yo los leí como un recuerdo,
no digo que lo fueran,
sino cómo yo los leí.
Era un recuerdo que era mío,
pero en alguna medida no lo era,
como lo fue tampoco el cuadro,
nunca llegó a ser mío, 
aunque decía que me pertenecía.
Cada vez que lo miraba
intentaba leerlo, 
ver más allá,
descifrar su mensaje 
y nunca lo conseguí.
Quizá no encontré el mensaje
que yo quería y quizá por eso
cerré los ojos ante él.
Los cerré tanto que desapareció. 
Se lo llevaron.
Seguro que tiene un uso mejor.
Me pregunto qué intención
tuvo aquel pobre Dalí,
probablemente ninguna, 
como nunca la había tenido. 
Aquel cuadro era
incapaz de comunicarse,
como nosotros también lo fuimos,
incapaces de entendernos,
de hablarnos y mirarnos.
Adiós Dalí. 

viernes, 16 de octubre de 2015

El lobo ha vuelto

Aquel lobo había vuelto.
Llevaba mucho sin aparecer,
su aullido había permanecido
callado, alejado de la sociedad,
sin morder, sin atacar,
sin llorar y sin desobedecer.
No obstante, ahí está de nuevo.
Lo vuelvo a escuchar
y me da miedo.
No sé por qué viene ahora.
La última época en la que estuvo aquí,
me destrozó completamente,
algunas veces me arrancaba el pelo,
otras tantas me arañaba la espalda,
las más me mordía en el corazón
dejándolo casi sin latido.
Me pregunto qué querrá ahora,
otra lucha encarnecida con él
es demasiado.
Pero lo siento cerca,
llevo varios días oliéndolo,
se ha ido acercando suavemente,
me ha ido dejando notas,
sé que vienes a por mí,
que vienes a arrastrarme de nuevo.
Aquí estoy, llévame.

lunes, 29 de junio de 2015

En un acantilado boricua

Ahora me doy cuenta de que
las huellas que he ido dejando
por aquel camino que, en ocasiones,
parecía no tener rumbo,
en el que el sol y las nubes luchaban
como se de Troya se tratase,
son las huellas que yo he querido dejar.
Cuántas veces pensé que me estaba equivocando,
y probablemente me estuviera equivocando,
cuántas veces pensé en arrojar la toalla,
pero ahora me siento aquí,
al borde de un acantilado boricua,
esperando que la espuma del mar me salpique,
y me doy cuenta de que, finalmente,
todo era parte del camino que
empecé hace tantos años
y que estoy seguro que va a durar muchos más.
Pero aquí estoy,
más firme que nunca,
seguro de lo que hago, de mis decisiones,
y lo más importante, de mí.
Probablemente me vuelva a equivocar,
y bienvenida sea la equivocación,
pero esta sensación de estar haciendo
lo que quiero hacer,
hoy, me lanza al acantilado.

sábado, 6 de junio de 2015

Él me dijo

Él me dijo:
"Va a huir, así lo dice su signo".
Yo le dije:
"Yo haré cambiar el hado".
Entonces, borré todos los signos,
tapé las orejas cada vez que
pronunciaba aquellas malditas palabras,
giraba la cabeza cada vez que leía un mensaje,
intentaba darle todo lo que quería,
y no me di cuenta de que me estaba equivocando.
Jamás le gustaron los regalos,
o no al menos el mío,
y tampoco conseguí mi objetivo.
Jamas cambié el hado,
simplemente lo disfracé
con aquella máscara veneciana
que había soñado comprar juntos
y aquel barniz barato que se diluyó
tras la primera lluvia.
Efectivamente, fui yo quien cambió,
pero ahora he vuelto a cambiar.
El mismo día él me dijo también:
"Vas a ser muy feliz".
Y tampoco se equivocaba.

lunes, 20 de abril de 2015

Muérete

Puede que suene egoísta,
quizá lo sea,
pero me da igual,
sólo importo yo,
tú también,
por eso quiero que te mueras.
Si, quiero enterrarte,
llevarte flores los domingos,
y así encontrar una razón
para no poder despertarme contigo.
Es la única manera de no seguir así,
alimentando a la esperanza,
a que aquellas manchas vuelvan
a dormir entre mis piernas,
a que me pintes en la pared.
Sí, definitivamente,
muérete.
Yo ya me estoy muriendo
y no me lo merezco.
Me toca vivir a mí.
Esta va a ser la única vez que te suplique:
Muérete, por favor.

viernes, 17 de abril de 2015

No eras tú, sino yo

Había días en los que despertaba,
deambulaba por las nubes,
pero no salía de mi cama.
Había días en los que despertaba,
sonreía y seguía hacia adelante.
Y había días que eran solo eso, días …
Sin embargo,
el día de hoy o el de ayer ha sido diferente.
La respuesta no estaba en ti,
sino en mi, como siempre.
No te tengo que culpar por nada,
ni te tengo que perdonar,
me tengo que perdonar a mí,
a mí por no ejercer mi libertad,
por no decidir,
por no hacer justicia conmigo,
por creerme peor que tu,
porque me dejé manipular.
Ahora vuelvo a encontrarme,
a mirar hacia adentro
y sentir el impulso que me trajo hasta aquí.
Ahora se por qué vine aquí
y qué quiero hacer aquí,
vivir mi vida.

martes, 24 de marzo de 2015

¿Y qué le voy a hacer si … ?

¿Y qué le voy a hacer si me duele,
si cada vez que escucho tu nombre
algo se desgarra aquí adentro,
allí donde el bien y el mal se unen,
donde el aire deja de ser aire
y donde yo dejo de ser yo
para ser no se qué… ?
¿Y qué le voy a hacer si enloquezco,
si cada vez que miro el reloj,
ese mismo que decidió no funcionar
y congelar las horas muertas,
horas en las que el mundo sigue,
la vida sigue, pero yo dejé de ser yo
para ser no sé qué …?
¿Y qué le voy a hacer si …?
Supongo que sonreír,
porque sé que este reloj va a funcionar,
que yo lo voy a hacer funcionar,
que tu nombre va a caer en el olvido,
que yo voy volver a respirar
aunque seguiré siendo no sé qué.
Quizá no sea tan importante saber qué se es
mientras se siga siendo algo …

domingo, 8 de marzo de 2015

Locura y Razón

A veces me pregunto
donde están los límites
entre la locura y la razón,
entre lo que es normal
y lo que no es normal,
entre tu mente y la mía.
Entonces me doy cuenta
del engaño de la mente,
de su perversión innata,
que se alimenta de las víceras
como buitre carroñero,
de la libertad que dicha razón
nos regaló al abrir los ojos
y que la locura se empeña
en arrebatarnos a cualquier precio.
No importa lo perfecto
que sea todo porque ella trabaja
a jornada completa
y su salario está por encima del mío.
Quizá sea hora de pedir un ascenso,
de empezar a ser el jefe
y explicarle que esto no es sano,
que no sirve de nada,
que la vida es mucho más fácil
cuando la la razón y la locura
trabajan unidas de la mano.

jueves, 5 de marzo de 2015

Las cosas están cambiando

Las cosas están cambiando.
Hoy no voy a escribir
de lo mismo de siempre
o no exactamente de lo mismo.
Hasta ahora, el alma de poeta
se había dejado llevar
por las tempestades de
la agonía, el sufrimiento
y de hasta el infierno.
Así era porque así era considerado
normal por la sociedad.
Lo normal era tumbarse en la cama
y usar las sábanas como pañuelo.
Era más fácil buscar culpables,
aunque fuera uno mismo,
que valorarse a uno mismo.
Era más fácil refugiarse en los demás
que en uno mismo,
pero las cosas están cambiando.
Ahora empiezo a buscar dentro de mí,
a encontrar a mi yo,
a hablar conmigo y a decidir por mí.
Cierto que aún es difícil,
que aún hay miradas que me desvían
del camino para llevarme al suyo
y que, a veces, me pregunto si
estas sábanas no me van a traer
peores consecuencias
o si realmente estoy haciendo lo que quiero.
No obstante, miro en mi interior y siento que
estoy decidiendo por mí,
que estoy viviendo el presente y
que la equivocación no es una opción.
No me equivoco. Si las cosas no salen bien,
no fue una equivocación,
hice lo que sentía. Ahora paso página
y sigo adelante.
Valgo mucho. Ya habrá más libros.
Pero también hay que cerrar cada capítulo,
hay que perdonar,
y en ese proceso está el individuo.
¿Por qué dije que no voy a hablar de lo mismo
o no exactamente de lo mismo?
Porque sigo hablando de mí,
que hasta ahora lo había considerado
de segunda categoría,
pero que ahora es lo único que existe.
¿Qué va a ser más importante que yo mismo?
Ya no hablo de mis lamentos, hablo de mi poder,
del que llevo dentro y del que me saca esta sonrisa,
hablo de mi naturaleza que puede con todo. L

jueves, 26 de febrero de 2015

Parásito

Este parásito me está comiendo,
lo se, lo siento,
siento cómo llega hasta mis entrañas
para robarme cada destello de mi cuerpo,
para dejarme sin dormir,
para ahogar mis pulmones.
Se que está ahí
y sé que debo luchar contra él.
Te pedí ayuda,
pero sólo ahora entendí que esta no es tu guerra.
Gracias.
Esta guerra tiene que empezar desde mí,
también lo sé,
pero si fuera tan fácil,
las guerras no serían guerras,
ni yo sería yo probablemente.
Nunca fui fácil.
Es hora de cambiar las consecuencias.

martes, 24 de febrero de 2015

Quimeras

Anoche volvieron ellas,
intentaron desnudarme,
dejarme en paños menores,
en frente de la mar,
suplicando una caricia
que me congelara
aquellas ideas.
Siempre vuelven para lo mismo,
intentan arrastrarte contra el asfalto,
hundirte en el fondo del mar,
dejarte sin aliento
en medio de un desierto
rodeado de gente.
Ellas siempre cuentan
las mismas historias de
dolor, desgarro y nostalgia
sin dejar espacio
a la libertad, a la improvisación,
al nuevo gusano que
poco a poco avanza.
Quizá esté empezando
otra guerra civil.
Esta vez no se trata de
republicanos contra falangistas,
ni de hermano contra hermano,
se trata de ellas contra ella.
La única diferencia es que,
esta vez, los aliados están
de parte de los buenos.
No sabe cuánto tiempo
le costará ganar la batalla,
pero sabe que la va a ganar.
Ella va a vencer
porque él lo quiere.

jueves, 12 de febrero de 2015

Brickell Key

Esta cueva se está convirtiendo en mi
nuevo refugio,
aunque prefiriese no tener de que
refugiarme,
pero, últimamente, llueve tanto que
ando siempre mojado,
incluso en los días soleados.
Solo en aquella nieve me sentía
protegido, pero ¿de quién? o ¿de qué?
A veces por la mañana siento que
el peligro no existe,
pero empezar a conducir le da
rienda suelta,
y tu ausencia tampoco ayuda a pararla.
Nadie dijo que el cambio fuera fácil,
pero tampoco imaginé que
encontraría bandoleros en el camino
que me disparasen a bocajarro.
Quizá ahora la dude esté en si
van a seguir apareciendo en este viaje,
porque, entonces, tendré que tomar
una decisión y,
si tengo que mutilar algo,
eso no voy a ser yo.
Ya lo hice demasiadas veces
y nunca funcionó.

domingo, 25 de enero de 2015

Meditación

Todo era verdad,
pero lo que más me inquietaba
no eran tus palabras,
era tu sonrisa,
ese desafío a la vida
que me lanzaba
y que me dejaba fuera de juego.
Tus ojos me rogaban que luchara,
que cambiara,
pero por mí, no por mi sombra.
Quizá tenga que luchar con más de
una sombra, pero la guerra más dura
viene de mi mano y la voy a ganar.
Si quiere luchar conmigo, está bien.
A mí me da igual,
yo no pienso, me dejo llevar;
así que siéntate a mi lado,
que el espectáculo va a comenzar.

jueves, 22 de enero de 2015

El tiempo, tú y yo

El tiempo, tú y yo.
No respiramos el mismo aire,
ni andamos el mismo camino,
las olas corren a un ritmo
que no estamos dispuestos a asumir.
Aquella locomotora,
que tanto tiempo había estado estacionada,
que parecía que nunca volvería a andar,
ha arrancado de la nada
y no sé si hay dos pasajeros en ella.
Las palabras no satisfacen
a un pueblo que ruega que se le de
lo que se merece.
Quizá se esté cansando de rogar.
Este día a día sufre el impacto
de la realidad transformada
por una mente vil y masoquista.
Sigue sin darse cuenta de que
no existe más huella que la
de su propio pie,
pero aquella venda no le deja
ver ni sus propias pestañas.
Yo no quiero,
pero el tiempo se impone,
y tú te quedas atrás.

lunes, 19 de enero de 2015

Culpable, ¿de qué?

Sólo yo soy el culpable, lo sé;
yo y esta incontrolable máquina pensante
que no deja de funcionar
aunque ya no le quede sangre que bombear.
Toda ella ha huido ya de mí
y ni eso ha acabado conmigo.
No hubo contratos,
no firmamos ningún documento,
no pusimos letras de por medio,
nos limitamos a darnos besos y caricias,
sin pensar en el mañana.
Quizá sí pensamos,
pero no como debíamos pensar
o no como ahora quiero que
hubiéramos pensado,
más bien no como hubiera querido pensar yo.
Sin embargo, ahora lo pienso
y me pregunto ¿de qué soy culpable?
Y la respuesta no aparece.
No ha pasado nada.
Nada ha cambiado. Quizá todo siga igual,
pero creo que hay algo en mí
que me dice que eso es una mala señal,
quizá esta mente inútil que se empeña
en seguir un camino distinto.
Cuando mañana vuelva a amanecer,
vuelva a abrir los ojos,
no sé cómo haré otra vez con esa caricia,
¿y si siento que es mía cuando no lo es?