miércoles, 15 de noviembre de 2017

Vuela, mariposa

Vuela, mariposa,
como si las montañas fueran tuyas,
como si pudieras ser libre,
como si las cadenas de este agua
no intentasen sumergirte en los cielos
de mis entrañas descarnadas.

Vuela, mariposa,
sueña con unas nuevas alas,
unas que te permitan traspasar el hielo,
la pared de aquel alma
vendida en un mercado de pieles
como falsa imitación dantiana.

Vuela, mariposa,
aún estás a tiempo de cambiar la realidad,
de librar nuevas batallas,
de ganarle al tiempo unos minutos,
de ganarle a la esperanza un trozo de
desilusión.

Vuela, mariposa,
vuela como si fueras yo,
como si yo tuviese alas,
com si fuésemos uno,
como vuela algo dentro de mí
cada vez que llega ella.

Vuela, mariposa,
que mis alas están encadenadas a una sociedad
hundida en la miseria del dorado.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Maldito quizá

Ella me dijo:
"Quizá no es el momento".
Yo le dije:
"Maldito quizá. Lo odio".
Ella me dijo:
"Tú elegiste eso".
Yo le dije:
"No, nunca lo elegí".
!Pobre ingenua!
Ella me dijo.
"Quizá todo cambie pronto".
Yo le dije:
"Odio los quizás. Que se mueran".
Ella no existe. Yo creo que tampoco.
Quizá sólo existas tú.


jueves, 5 de mayo de 2016

Y es que ya no cabes …

y así, de pronto, me acaricia la brisa,
miro alrededor,
el ventilador está apagado,
los árboles se mueven y yo así,
nadando en este silencio que, a veces,
me increpa y me alerta de su peligro.
Esos personajes siguen hablado ahí,
descubriendo almas perdidas,
y yo, más seguro que nunca de la mía,
me pregunto si sabré compartirla alguna vez más.
Y no es que esté herida,
ni aprisionada en ningún pozo,
es que simplemente este alma ya no me pertenece ni a mí,
o, quizá si, pero entonces quizá sea ese problema,
se ha acostumbrado a mi,
a salir de mi mientras duermo por las noches
y a sentarse en el sofa a mirarme,
a remover mis libros llenos de polvo,
a abrazarme con toda su fuerza,
y temo que no va a dejar que nadie entre en esta habitación.
Siento que esta soledad y mi alma
llevan andando tanto tiempo de la mano
que no dejarán a ningún caminante de Machado
aferrarse a ellos,
quizá es tarde para estar acompañado,
quizá no quepa más compañía.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una mano sobre la pierna

Una mano sobre la pierna.
Eso era todo.
No necesitaba más.
No necesitaba un beso,
ni una mirada,
ni una llamarada,
eso era todo.
Sentía su protección,
estaba ahí conmigo,
tumbado junto a mí,
ocupado en sus asuntos,
pero con una mano sobre la pierna.
Cada uno tenía su vida, su sueño,
éramos soñadores,
pero la mano estaba sobre la pierna.
Esta mañana seguía ahí,
aquella farewell se acercaba,
pero ahí seguía,
piel contra piel,
sin querer despegarse.
Aquella mano tenía un poder,
como pocas habían tenido,
y dejen de pensar en lo sexual,
era capaz de vaciarme, así es,
de que ni el hoy ni el mañana importase,
de que cerrara todo,
de que volara sin volar
y respirara sin respirar.
Eso era mi vida.
Una mano sobre la pierna.

jueves, 22 de octubre de 2015

Un cuadro mudo

Hace un mes aquel cuadro,
aquellos blancos y grises,
yo los leí como un recuerdo,
no digo que lo fueran,
sino cómo yo los leí.
Era un recuerdo que era mío,
pero en alguna medida no lo era,
como lo fue tampoco el cuadro,
nunca llegó a ser mío, 
aunque decía que me pertenecía.
Cada vez que lo miraba
intentaba leerlo, 
ver más allá,
descifrar su mensaje 
y nunca lo conseguí.
Quizá no encontré el mensaje
que yo quería y quizá por eso
cerré los ojos ante él.
Los cerré tanto que desapareció. 
Se lo llevaron.
Seguro que tiene un uso mejor.
Me pregunto qué intención
tuvo aquel pobre Dalí,
probablemente ninguna, 
como nunca la había tenido. 
Aquel cuadro era
incapaz de comunicarse,
como nosotros también lo fuimos,
incapaces de entendernos,
de hablarnos y mirarnos.
Adiós Dalí. 

viernes, 16 de octubre de 2015

El lobo ha vuelto

Aquel lobo había vuelto.
Llevaba mucho sin aparecer,
su aullido había permanecido
callado, alejado de la sociedad,
sin morder, sin atacar,
sin llorar y sin desobedecer.
No obstante, ahí está de nuevo.
Lo vuelvo a escuchar
y me da miedo.
No sé por qué viene ahora.
La última época en la que estuvo aquí,
me destrozó completamente,
algunas veces me arrancaba el pelo,
otras tantas me arañaba la espalda,
las más me mordía en el corazón
dejándolo casi sin latido.
Me pregunto qué querrá ahora,
otra lucha encarnecida con él
es demasiado.
Pero lo siento cerca,
llevo varios días oliéndolo,
se ha ido acercando suavemente,
me ha ido dejando notas,
sé que vienes a por mí,
que vienes a arrastrarme de nuevo.
Aquí estoy, llévame.

lunes, 29 de junio de 2015

En un acantilado boricua

Ahora me doy cuenta de que
las huellas que he ido dejando
por aquel camino que, en ocasiones,
parecía no tener rumbo,
en el que el sol y las nubes luchaban
como se de Troya se tratase,
son las huellas que yo he querido dejar.
Cuántas veces pensé que me estaba equivocando,
y probablemente me estuviera equivocando,
cuántas veces pensé en arrojar la toalla,
pero ahora me siento aquí,
al borde de un acantilado boricua,
esperando que la espuma del mar me salpique,
y me doy cuenta de que, finalmente,
todo era parte del camino que
empecé hace tantos años
y que estoy seguro que va a durar muchos más.
Pero aquí estoy,
más firme que nunca,
seguro de lo que hago, de mis decisiones,
y lo más importante, de mí.
Probablemente me vuelva a equivocar,
y bienvenida sea la equivocación,
pero esta sensación de estar haciendo
lo que quiero hacer,
hoy, me lanza al acantilado.