Puede que suene egoísta,
quizá lo sea,
pero me da igual,
sólo importo yo,
tú también,
por eso quiero que te mueras.
Si, quiero enterrarte,
llevarte flores los domingos,
y así encontrar una razón
para no poder despertarme contigo.
Es la única manera de no seguir así,
alimentando a la esperanza,
a que aquellas manchas vuelvan
a dormir entre mis piernas,
a que me pintes en la pared.
Sí, definitivamente,
muérete.
Yo ya me estoy muriendo
y no me lo merezco.
Me toca vivir a mí.
Esta va a ser la única vez que te suplique:
Muérete, por favor.
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