Ahora me doy cuenta de que
las huellas que he ido dejando
por aquel camino que, en ocasiones,
parecía no tener rumbo,
en el que el sol y las nubes luchaban
como se de Troya se tratase,
son las huellas que yo he querido dejar.
Cuántas veces pensé que me estaba equivocando,
y probablemente me estuviera equivocando,
cuántas veces pensé en arrojar la toalla,
pero ahora me siento aquí,
al borde de un acantilado boricua,
esperando que la espuma del mar me salpique,
y me doy cuenta de que, finalmente,
todo era parte del camino que
empecé hace tantos años
y que estoy seguro que va a durar muchos más.
Pero aquí estoy,
más firme que nunca,
seguro de lo que hago, de mis decisiones,
y lo más importante, de mí.
Probablemente me vuelva a equivocar,
y bienvenida sea la equivocación,
pero esta sensación de estar haciendo
lo que quiero hacer,
hoy, me lanza al acantilado.
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