Esta cueva se está convirtiendo en mi
nuevo refugio,
aunque prefiriese no tener de que
refugiarme,
pero, últimamente, llueve tanto que
ando siempre mojado,
incluso en los días soleados.
Solo en aquella nieve me sentía
protegido, pero ¿de quién? o ¿de qué?
A veces por la mañana siento que
el peligro no existe,
pero empezar a conducir le da
rienda suelta,
y tu ausencia tampoco ayuda a pararla.
Nadie dijo que el cambio fuera fácil,
pero tampoco imaginé que
encontraría bandoleros en el camino
que me disparasen a bocajarro.
Quizá ahora la dude esté en si
van a seguir apareciendo en este viaje,
porque, entonces, tendré que tomar
una decisión y,
si tengo que mutilar algo,
eso no voy a ser yo.
Ya lo hice demasiadas veces
y nunca funcionó.
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