Todo era verdad,
pero lo que más me inquietaba
no eran tus palabras,
era tu sonrisa,
ese desafío a la vida
que me lanzaba
y que me dejaba fuera de juego.
Tus ojos me rogaban que luchara,
que cambiara,
pero por mí, no por mi sombra.
Quizá tenga que luchar con más de
una sombra, pero la guerra más dura
viene de mi mano y la voy a ganar.
Si quiere luchar conmigo, está bien.
A mí me da igual,
yo no pienso, me dejo llevar;
así que siéntate a mi lado,
que el espectáculo va a comenzar.
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