¿Por dónde empezar? Quizás por nuestro primer fin de semana fuera de Guelph. El destino no podía ser otro que Toronto. Autobús a las 7:45 de la mañana. Propósito: patearnos toda la ciudad en un día. Resultado: no conseguido. Primera experiencia: el autobús se rompe justo en la esquina de la calle de la estación (al menos estábamos allí ya y no aquí). Primera parada: St´s Lawrence Market, podríamos decir mi huelín con más glamour. Y seguidamente the Destillery District: un viejo barrio de destilería que se ha convertido en un barrio lleno de galerías de arte moderno. Aquí os dejo una foto (repertorio completo en facebook):
Tras esto, paseo por Toronto. Pasar la calle comercial (no compré nada, lo prometo), Union Station, subir University Avenue hasta llegar al Parlamento y a la Universidad de Toronto. No pudimos resistirnos a entrar en la tienda y comprarnos una sudadera, estaban en rebajas. Tras esto, introducirnos en Chinatown. Sí, señores, los chinos nos están invadiendo y no podemos negarlos... serán los reyes del mundo. Aquí compré algunas postales e imanes para mi colección. Y por cierto, comimos en el restaurante más barato de Toronto, conocido por lo mismo. Por 4.95 dólares comes: un primer plato de sopa, un rollito de primera y un plato enorme, pero enorme, que ni en dos veces te lo puedes comer, de lo que quieras, en mi caso, pollo al curry con arroz y verdura. El único inconveniente: la camarera era la tía más estúpida que te puedes echar a la cara. Tras comer y seguir con algunas compras por Chinatown, fuimos a Kensignton´s Market, una mezcla entre barrio hippi y típico barrio tradicional, probablemente no la parte más limpia de la ciudad. A la vuelta, paseo por Queens Street, la calle de las tienda (¡cómo me dolía no poder entrar en ellas!), con destino a la CN Tower:
Tras un intenso día de caminata, pondríamos fin a 12 horas de paseo por Toronto, ya que nuestro bus de vuelta a Guelph zarpaba a las 21:30 y, sinceramente, mis pies me lo pedían a gritos. Al día siguiente, era incapaz de coordinar mis pies para hacer eso que algunos llaman andar, para mí algo completamente imposible de conseguir ese día.
Durante la semana, mucho trabajo preparando mis clases, mi festival de cine español, cafés con los compañeros, pero todo ello con una gran ilusión y de una forma placentera. No me puedo sentir más a gusto cuando atravieso la puerta de mi edificio y veo el profundo respeto que existe entre todos hacia todos.
Tras una semana de trabaja, llegaría otro gran fin de semana, no tanto para mi tarjeta de crédito. Sábado: destino Vaughan Mills e Ikea. Domingo: Niagara falls. Así es señores, habíamos alquilado un coche y menudo coche... y el precio es de risa... El sábado fuimos a hacer unas compras a Ikea, porque, aunque aún no lo he dicho, en una semana me mudaría a mi nueva casa: Janefield Avenue, 95, a vivir con dos de mis compañeras: Helga y Darin, encantado. Las compras en Ikea se me fueron un poco de la mano, como siempre y gasté más de la cuenta, pero ¿sabéis qué? que yo me lo había ganado, así que nadie me lo puede reprochar. Tras unas horas allí, comernos el típico hot dog (acordarme de mi amiga Ana), pusimos destino al centro comercial Vaughan Mills, lo cual si fue una real desgracia para mi tarjeta de créditos. Allí me compré mi querido chaquetón para el invierno canadiense, tan querido que me costó 200 dólares... eso si, precioso y todo de lana por dentro... También me compré dos pares de botas con lana por dentro también para el invierno, una camisa y un jersey de Tommy, otra camisa En Aeropostale y fin... eso sí... el día me había costado casi 500 dólares y el resultado del maletero entre mis compras y las de mis compañeros era este:
Llegaba el destino y con ello el tan ansiado momento de introducirnos entre las cataratas del Niagara como peces. Primero de todo, fue una auténtica sorpresa. Me esperaba unas cataratas en un espacio totalmente natural, rodeado de bosques por todos lados y entre una gran montaña y mi sorpresa era que se encontraba en medio de la ciudad Niagara, la cual había construido alrededor de toda Niagara una auténtica Las Vegas canadienses. Sinceramente, pagué 20 dólares para montarme en el barco que me pasearía entre las cataratas, pero hubiera pagado lo que me hubieran pedido. Es una experiencia única e irrepetible. Aquí os dejo un par de fotos, aunque podría poner 1000, es tan difícil eligir...
Para poner fin al maravilloso día en las Cataratas del Niagara, nos dirigíamos al pueblo Niagara-on-the-Lakes, típico pueblo canadiense con un encanto especial en el que puedes encontrar las raíces más profundas de toda una civilización y unas vistas maravillosas a orillas del lago, al fondo Toronto.
Nos deparaba otra semana de trabajo, pero no me importaba... sabía que al final de esa semana, tendría una grata recompensa: mi mudanza. Me encanta mi nuevo cuarto: un poco más pequeño, pero con un fabuloso papel en la pared de planetas jaja. Esto es más que una casa, es un hogar. Y también llegaba la Blanch Nuit en Toronto y salir un poco de fiesta, somos jóvenes y también nos lo merecemos. Volvíamos a alquilar un coche.... mejor si se podía y fuimos a recorrer Toronto y a Liv´s Birthday. La verdad, Toronto no me impresionó nada con su noche en blanco: creo que faltaba preparación, información para los visitantes y profesionalidad en definitiva, aunque supongo que es difícil controlarlo todo cuando tus calles rebosan de miles de personas en cada esquina. Sin embargo, me lo pasé pipa en la discoteca, aunque cierren a las 2, y pateando los distintos espectáculos de esa noche hasta las 4 y media de la mañana, hora en la que pondríamos camino de vuelta a casa. Aquí os dejo una foto:
Y con esto quiero llegar a este fin de semana ( se que la entrada es un poco larga, pero tenía muchas cosas que contaros y quizás debería haberlo hecho en varios episodios, perdón). Llega el tan esperado e importante momento para canadienses y americanos: Thanksgiving, donde todos se reúnen con familiares y amigos para comer el típico pavo relleno. Nosotros no podíamos ser menos y también nos reuniríamos, eso sí, sin pavo ya que nuestro poder culinario no llega tan lejos. Eso sí, Emily (Brasil), Helga (Italia), Uli y Darin (Alemania) y yo cocinaríamos algo típico de nuestros distintos países para darnos un auténtico festín, juzguen ustedes mismos por las fotos y aún falta mucha comida en la mesa. La verdad que resulta adorable sentirte querido e integrado en una nueva sociedad. Para acabar, aquí os dejo unas fotos de este día:
No hay comentarios:
Publicar un comentario