Te sientas ahí.
Te quitas la chaqueta,
cruzas la piernas,
te ríes,
te tocas el cabello,
bebes,
comes,
vas al servicio,
vienes,
gritas,
vuelves a reír.
Todo esto pasa,
pero ni me miras,
no te das cuentas
de que llevo
toda la noche
mirándote,
estudiando
cada uno de tus gestos.
Estás en tu burbuja
y no te das cuentas
de lo que pasa
alrededor, de lo que
piensa la gente
cuando te pones
esa falda que
se ciñe a tu cintura
y que marca
esa guitarra viva,
de quién te mira.
Por fin clavas la mirada.
Después de ti ...
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