jueves, 25 de octubre de 2012

Intenta no pisar...

Míralas.
Ahí están, luchando
por ganas esa batalla,
la batalla que le dará
un minuto más de vida
o quizás solo un segundo.
Y pensar que están luchando
por tan solo eso,
por algo que van a perder
cuando la última ráfaga de viento
sople.
Algunas rojizas, otras amarillenta,
algunas marrones, otras no saben
ni de qué color se visten, pero todas
miran desde arriba a
las perdedoras, aquellas que
se dejaron vencer por
la monotonía, el agotamiento.
Ahora solo son una más
en un suelo pisoteado por
gigantes que no se paran a
pensar que ambos
luchaban por lo mismo,
por la supervivencia, y que
ahora andan sobre cadáveres
del mismo modo que mañana
nosotros caminaremos sobre
los suyos.

domingo, 14 de octubre de 2012

Alrededor

Te sientas ahí.
Te quitas la chaqueta,
cruzas la piernas,
te ríes,
te tocas el cabello,
bebes,
comes,
vas al servicio,
vienes,
gritas,
vuelves a reír.
Todo esto pasa,
pero ni me miras,
no te das cuentas
de que llevo
toda la noche
mirándote,
estudiando
cada uno de tus gestos.

Estás en tu burbuja
y no te das cuentas
de lo que pasa
alrededor, de lo que
piensa la gente
cuando te pones
esa falda que
se ciñe a tu cintura
y que marca
esa guitarra viva,
de quién te mira.

Por fin clavas la mirada.
Después de ti ...

¿Profesores o Jueces?

Y pensar que desde era chico siempre había querido ser profesor y mira en lo que he quedado... en juez... encima en juez de baja categoría... Fue durante una tutoría con una de mis alumnas en las que tenía que demostrarle que había copiado en su ejercicio cuando me di cuenta de ello. Era su palabra contra la mía. Un ejercicio de demasiado nivel para lo que ella sabe decir en español y una obligación de justicia con el resto de mis alumnos por mi parte. Pero, ¿quién me ha dicho a mí que tengo que ser justo? Cuando firmé el contrato, no recuerdo leer ninguna cláusula en relación con esto... Mi tarea era enseñar español a los alumnos y dirigir un taller de cine español... ¡Cómo me engañaron! Ahora me siento en mi oficina, cojo los ejercicios de mis alumnos y a juzgar se ha dicho... Pero ¿y si nos equivocamos? 

Además, ¿qué es la justicia?, ¿es justo exigir lo mismo a todos los alumnos?, ¿es justo descontextualizar su vida y convertirlos en una nota numérica? La verdad no tengo ni idea, lo único que sé es que aquel sueño de pequeño en el que simplemente quería ayudar a los demás mostrándoles los conocimientos que poseía se ha esfumado. Ahora me enfrento a problemas familiares ¿verdaderos o falsos?, me enfrento a plagios, me enfrento a fechas de entrega, a retrasos, ... a veces pienso que también debo ser psicólogo para leer sus mentes, para saber si se sienten a gusto, si hay un ambiente próspero para su desarrollo personal, pero tampoco encuentro nada de esto en mi contrato, quizás esté un poco paranoico.

Abro mi libreta de notas y yo no se ellos, pero a mí se me saltan las lágrimas cuando veo algunos suspensos (no todos, por supuesto). Y si era verdad que había tenido problemas en casa ayer y por eso no pudo presentarse... y si era verdad que no había copiado y que solo se había ayudado un poco de "google translator"... y si nada de esto es verdad y sin esfuerzo consiguen la misma calificación que los demás... Pero, ¿a mí qué me importa si se están engañando a sí mismos? A mí lo que me importa es que aquellos que realmente están trabajando, cuando lleguen mañana a España y tengan que comprar en una tienda, sepan decir ¿cuánto es? y es por ellos, por los que nos convertimos en jueces o en psicólogos y es a ellos a los que debo pedir perdón si no me siento con la responsabilidad moral de convertirme en juez, indagando en sus vidas, en sus asuntos, en sus intereses...

¿De verdad quiero ser juez? Y ahora dudo...

viernes, 12 de octubre de 2012

Caronte

En esas mañanas
en las que la escarcha lucha encarecidamente
con las lanzas de sangre que renacen tras el silencio,
se desvanecen las tinieblas que naufragaban en la barca
con un tal Caronte.
Roto el murmullo de lo saltarines por las miradas cansadas,
anegadas de lluvia, infladas con un ego mortal que
se desvanece cuando enseñan su pasaporte al otro lado
de la ciénaga.
Ya en las tinieblas deambulan como estudiantes enjaulados
al son de un reloj que se paró cuando comenzó la batalla.

lunes, 8 de octubre de 2012

Ficción de un Inmigrante: Canadá III

Hace más de tres semanas que escribí sobre mi estancia en Canadá. Esto es buena señal. Estoy tan entretenido y ocupado que no tengo tiempo para sentarme delante de mi portátil y contaros mi experiencia aquí, aunque ello no significa que os olvide, JAMÁS. Intentemos hacer un resumen de estas tres semanas, imposible, ni el mejor autor de microrrelatos.

¿Por dónde empezar? Quizás por nuestro primer fin de semana fuera de Guelph. El destino no podía ser otro que Toronto. Autobús a las 7:45 de la mañana. Propósito: patearnos toda la ciudad en un día. Resultado: no conseguido. Primera experiencia: el autobús se rompe justo en la esquina de la calle de la estación (al menos estábamos allí ya y no aquí). Primera parada: St´s Lawrence Market, podríamos decir mi huelín con más glamour. Y seguidamente the Destillery District: un viejo barrio de destilería que se ha convertido en un barrio lleno de galerías de arte moderno. Aquí os dejo una foto (repertorio completo en facebook):


Tras esto, paseo por Toronto. Pasar la calle comercial (no compré nada, lo prometo), Union Station, subir University Avenue hasta llegar al  Parlamento y a la Universidad de Toronto. No pudimos resistirnos a entrar en la tienda y comprarnos una sudadera, estaban en rebajas. Tras esto, introducirnos en Chinatown. Sí, señores, los chinos nos están invadiendo y no podemos negarlos... serán los reyes del mundo. Aquí compré algunas postales e imanes para mi colección. Y por cierto, comimos en el restaurante más barato de Toronto, conocido por lo mismo. Por 4.95 dólares comes: un primer plato de sopa, un rollito de primera y un plato enorme, pero enorme, que ni en dos veces te lo puedes comer, de lo que quieras, en mi caso, pollo al curry con arroz y verdura. El único inconveniente: la camarera era la tía más estúpida que te puedes echar a la cara. Tras comer y seguir con algunas compras por Chinatown, fuimos a Kensignton´s Market, una mezcla entre barrio hippi y típico barrio tradicional, probablemente no la parte más limpia de la ciudad. A la vuelta, paseo por Queens Street, la calle de las tienda (¡cómo me dolía no poder entrar en ellas!), con destino a la CN Tower:


Aunque en este momento el cielo sea un poco feo, he de decir que cambiaba cada cinco minutos: lo mismo hacía un sol impresionante que lo mismo corría un fresquillo que pelaba. Pero lo mejor estaba por llegar: la visita a las islas y a fabulosa vista de Toronto desde el ferry. Me quedé sin palabras y espero que también os pase lo mismo cuando veáis estas fotos:





Tras un intenso día de caminata, pondríamos fin a 12 horas de paseo por Toronto, ya que nuestro bus de vuelta a Guelph zarpaba a las 21:30 y, sinceramente, mis pies me lo pedían a gritos. Al día siguiente,   era incapaz de coordinar mis pies para hacer eso que algunos llaman andar, para mí algo completamente imposible de conseguir ese día. 

Durante la semana, mucho trabajo preparando mis clases, mi festival de cine español, cafés con los compañeros, pero todo ello con una gran ilusión y de una forma placentera. No me puedo sentir más a gusto cuando atravieso la puerta de mi edificio y veo el profundo respeto que existe entre todos hacia todos. 

Tras una semana de trabaja, llegaría otro gran fin de semana, no tanto para mi tarjeta de crédito. Sábado: destino Vaughan Mills e Ikea. Domingo: Niagara falls. Así es señores, habíamos alquilado un coche y menudo coche... y el precio es de risa... El sábado fuimos a hacer unas compras a Ikea, porque, aunque aún no lo he dicho, en una semana me mudaría a mi nueva casa: Janefield Avenue, 95, a vivir con dos de mis compañeras: Helga y Darin, encantado. Las compras en Ikea se me fueron un poco de la mano, como siempre y gasté más de la cuenta, pero ¿sabéis qué? que yo me lo había ganado, así que nadie me lo puede reprochar. Tras unas horas allí, comernos el típico hot dog (acordarme de mi amiga Ana), pusimos destino al centro comercial Vaughan Mills, lo cual si fue una real desgracia para mi tarjeta de créditos. Allí me compré mi querido chaquetón para el invierno canadiense, tan querido que me costó 200 dólares... eso si, precioso y todo de lana por dentro... También me compré dos pares de botas con lana por dentro también para el invierno, una camisa y un jersey de Tommy, otra camisa En Aeropostale y fin... eso sí... el día me había costado casi 500 dólares y el resultado del maletero entre mis compras y las de mis compañeros era este:


Llegaba el destino y con ello el tan ansiado momento de introducirnos entre las cataratas del Niagara como peces. Primero de todo, fue una auténtica sorpresa. Me esperaba unas cataratas en un espacio totalmente natural, rodeado de bosques por todos lados y entre una gran montaña y mi sorpresa era que se encontraba en medio de la ciudad Niagara, la cual había construido alrededor de toda Niagara una auténtica Las Vegas canadienses. Sinceramente, pagué 20 dólares para montarme en el barco que me pasearía entre las cataratas, pero hubiera pagado lo que me hubieran pedido. Es una experiencia única e irrepetible. Aquí os dejo un par de fotos, aunque podría poner 1000, es tan difícil eligir...





Para poner fin al maravilloso día en las Cataratas del Niagara, nos dirigíamos al pueblo Niagara-on-the-Lakes, típico pueblo canadiense con un encanto especial en el que puedes encontrar las raíces más profundas de toda una civilización y unas vistas maravillosas a orillas del lago, al fondo Toronto. 

Nos deparaba otra semana de trabajo, pero no me importaba... sabía que al final de esa semana, tendría una grata recompensa: mi mudanza. Me encanta mi nuevo cuarto: un poco más pequeño, pero con un fabuloso papel en la pared de planetas jaja. Esto es más que una casa, es un hogar. Y también llegaba la Blanch Nuit en Toronto y salir un poco de fiesta, somos jóvenes y también nos lo merecemos. Volvíamos a alquilar un coche.... mejor si se podía y fuimos a recorrer Toronto y a Liv´s Birthday. La verdad, Toronto no me impresionó nada con su noche en blanco: creo que faltaba preparación, información para los visitantes y profesionalidad en definitiva, aunque supongo que es difícil controlarlo todo cuando tus calles rebosan de miles de personas en cada esquina. Sin embargo, me lo pasé pipa en la discoteca, aunque cierren a las 2, y pateando los distintos espectáculos de esa noche hasta las 4 y media de la mañana, hora en la que pondríamos camino de vuelta a casa. Aquí os dejo una foto:


Y con esto quiero llegar a este fin de semana ( se que la entrada es un poco larga, pero tenía muchas cosas que contaros y quizás debería haberlo hecho en varios episodios, perdón). Llega el tan esperado e importante momento para canadienses y americanos: Thanksgiving, donde todos se reúnen con familiares y amigos para comer el típico pavo relleno. Nosotros no podíamos ser menos y también nos reuniríamos, eso sí, sin pavo ya que nuestro poder culinario no llega tan lejos. Eso sí, Emily (Brasil), Helga (Italia), Uli y Darin (Alemania) y yo cocinaríamos algo típico de nuestros distintos países para darnos un auténtico festín, juzguen ustedes mismos por las fotos y aún falta mucha comida en la mesa. La verdad que resulta adorable sentirte querido e integrado en una nueva sociedad. Para acabar, aquí os dejo unas fotos de este día:




martes, 2 de octubre de 2012

Suma de puntos

Punto y aparte.
Cenizas esparcidas.
Punto y aparte.
Frase acabada.
Punto y aparte.
Vaso roto.
Punto y aparte.
Tren perdido.
Punto y aparte.
Game over.
Punto y aparte.
Casa vacía.
Punto y aparte.
Recuerdos olvidados.
Punto y aparte.

Punto y seguido.
Ventanas abiertas.
Punto y seguido.
Pantalones puestos.
Punto y seguido.
Viaje a la vista.
Punto y seguido.
Copa tomada.
Punto y seguido.
Libro en mano.
Punto y seguido.
Cabeza alta.
Punto y seguido.



Porque, al final, la vida no es más que una suma de puntos, a veces puntos y aparte o a veces puntos y seguidos... por desgracia el punto y final siempre gana.