Las 07:45 era la hora del reencuentro en la estación de Selly Oak y allí estábamos todos puntuales, exceptuando el pequeño retraso de las Huberts. Cogíamos el tren de las 08:02 hasta Birmingham New Street, donde cambiábamos de tren cogiendo el de las 08:30, con destino Birmingham Internatioal Airport, donde nos esperaban nuestros vehículos. Los cogemos sin contratiempo y emprendemos el camino. Yo a la cabeza, no se por qué, bueno sí, pero no fue una gran idea... mi copiloto no ayudaba. Así que, tras dos pequeños errores, que pronto solventamos, se puso a la cabeza Rober y llegábamos a Stonehege, nuestra primera parada.
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Rápidamente, montamos en los coches antes de que Eric se decidiera finalmente a conducir el coche y tuviéramos un gran accidente. Nuevo destino: Bath, la CIUDAD. En el camino, unos sándwiches, un poco de chocolate y muchas risas. Esta ciudad fue todo un descubrimiento. Parecía que habíamos retrocedido siglos en el tiempo: ciudad medieval de piedra, preciosa catedral, precioso puente y canales, mágico ambiente, calles melódicas cargadas de vida.
Aquí decidimos entrar en los baños romanos, la verdad que todo un descubrimiento. Sí, eran caros, pero merecían la pena. Todo un sistema de canales subterráneos que calentaban distintas salas y baños en las que los romanos llevaban a cabo reuniones sociales. Era casi obligatorio asistir a dichos baños, donde se tramaban muchos de los conflictos, tal y como nos narraban las sucesivas grabaciones.
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Aparcamos y nos dirigimos al centro, visitamos la Catedral de Bristol, la famosa plaza del escarabajo, el telescopio y la bola gigante, que, por cierto, me encantaría tener la foto para subirla, pero no la tengo. Después, el cansancio hizo mella en nosotros y no fuimos ni al Cabot tower ni al famoso puente colgante, nos tomamos algo en un bar y emprendimos camino a casa.
Tras hora y media de camino, llegábamos a Birmingham, a las 23:00. A los pocos minutos estaba durmiendo, agotado, en mi cama. Sin embargo, el viaje pondría fin al día siguiente, cuando devolviéramos los coches a las 9 de la mañana, lo que implicaba volver a madrugar. ¿Cuál fue la sorpresa del día? Pues que puede que se equivocaran a hacernos una de las facturas y que viaje sea más barato, solo cabe esperar a que las cuentas bancarias hablen.
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