martes, 6 de marzo de 2012

¿Próxima estación?

Trenes que van y vienen, que se cruzan; todos con un destino, hoy, Londres. Las nubes se desvanecen entre las verdes praderas de lana blanca. Los cuervos nadan entre gotas de oxígeno contaminado. Canales que se unen y se alejan de las vías como la vida misma, que nos acompaña al mismo tiempo que nos deja tirados, estacionados, estancados, llamalo como quieras, en estaciones, en paradas en busca de un impulso que nos lleve a algún destino sin importancia, donde lo importante sea, como dice Machado, el camino. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. 


Gente que corre, que anda, que se sube y se baja del metro, gente independiente o dependiente, que nos es indiferente, pero que seguro que tienen una vida. ¿Qué es de su vida? Probablemente ni te importe. Probablemente ese sea nuestro problema, el problema de Londres, tú problema. Solo vemos personas que se dirigen hacia algún sitio, puesto que lo único que nos importa es NUESTRO sitio, MI sitio.



Es curioso cómo la vida te maneja, cómo pone en tu camino determinados momentos. Solo unas horas después de escribir esta breve reflexión sobre el la vida-viaje caía en mis manos un bonita poema relacionado con esto de García Ascot que dejo aquí. 

Viaje

Escucho todavía el tren que me ha traído
a través de la noche
hasta esta noche.
Estoy a tantos años de mi hogar
a tantos años de luz
a tantos años de tanta esperanza hecha pedazos
y sólo escucho el silbato
tan alto por la noche, tan lejos por la noche.

¡Oh tanto y tan largo viaje para sólo viajar
lejos de casa,
tanto y tan largo viaje para sólo alejarse,
para sólo exiliarse de uno mismo!
Y llevar tanto bulto de recuerdo y de olvido
tantos años de vida entre estaciones,
tanta inútil nostalgia y no llegar aún
donde poder bajar
-quizás sólo a estirar las piernas
a beber agua, a fumarse un cigarro-
para poder dejar en este tren un rato
tanto cansancio de tanto viaje y tan largo viaje
que no acaba. 

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