Anoche me dijeron la verdad.
El teatro me habló.
Aquella farsa me dijo la verdad.
Tuvo que venir Gardel,
el día que me quieras,
y aquella familia venezolano
para afirmar lo que todos
gritamos a gritos en silencio
cada día, cada minuto.
Pero no me dijeron
lo más importante,
cómo afrontar aquella maldita verdad,
qué hacer cuando el silencio llega,
y es que con ella siempre llega el silencio,
y eso me aterroriza.
Cómo afrontar los coches que me adelantan
o lo que adelanto yo,
cómo recordar aquellas palabras
leídas entre líneas sin tiempo,
cómo vivir esta maldita monotonía,
si quienes tienen que ser monótonos
no están aquí cada día.
¡Qué sentido tiene coger lo peor de la monotonía…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario