domingo, 7 de septiembre de 2014

Miami II

22:15. 31 días. Una caída. Un mal sueño. Mil sensaciones. Supongo que felicidad. Supongo bien. Tantas cosas y ninguna sale. El printear, aunque sea mandatorio, parece que se resiste. Las palabras se quedan dentro. Quizá ya salieron demasiadas, pero las buenas son más tímidas. Qué difícil compartir lo mejor. ¡Qué egoísta! ¿Miedo a que me lo quiten? Quizá lástima porque no lo compartan conmigo. A veces hasta me siento mal por disfrutar sin que los más importantes de mi vida estén aquí conmigo y puedan disfrutar de ello. Ni contigo ni sin ti, una vez más. Otra ironía. Una vida llena de ironías. Así podría llamar a alguno de mis libros. ¿Acaso tengo alguno? Que yo sepa no. ¿O si? Ay dios. El lujo me rodea y se acuesta conmigo cada noche, pero está frío. No me calienta. Otra ironía. ¿Cómo no va a calentar con la temperatura que hace? Se le olvidó. Madrid aparece. Cimientos, cuidado, aún estáis inestables y quizá se acerque un huracán. Prevenir o curar. Supongo que prevenir. Pero, ¿dejamos de vivir por prevenir? Más de uno no me entienda. ¿Estos son problemas? Claro, no saber si el chófer te habrá traído el coche cuando bajes. Esto es Miami. Ricos vs. Pobres. Y yo no quepo. Esto se acaba. La gente fantástica aún no salió en este cuento, mi segunda casa me espera a unos veinte minutos y el sentirme realizado me acompaña cada noche. Los soles truncos me esperan.

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