De repente me he visto al espejo
y me he visto sonriendo sin motivo.
Me he asustado.
También me asusta que me haya asustado.
Había olvidado esta risa tonta,
este volar por las nubes,
y estos silencios que hablan.
Me sorprendo
pensando en el futuro.
Me asusto.
París y sus sábanas esperan.
Quizá la sonrisa me haya comprado,
espero que no sea un alquiler a corto plazo,
eso me da miedo.
¿Quién pagará sino el próximo mes?
Llevaba demasiados meses en número rojo.
Lo mejor es que esta sonrisa me quita el miedo.
Solo hace que me ría, me ría y llore,
pero de felicidad.
Bendita sonrisa. No te vayas.
Duerme conmigo cada noche,
que hoy, más que nunca,
me haces falta.
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