El problema de nuestra vida se reduce a un signo de puntuación. Esa es mi conclusión de hoy. ¿Cómo he llegado? No lo sé, que te lo pregunten a ti, o a él, o a ella, o a vosotros, o a esta sociedad; que se lo pregunten a otro, que yo no sé responder a eso. Pero claro, esa no es la única pregunta que podemos hacernos; no sabemos las normas para dicho signo de puntuación, ni el momento oportuno para ponerlo. Tampoco tenemos claro, o no lo tengo yo claro, quizá vosotros sí y seáis expertos en lenguaje, qué significa. Si se puede borrar, si se puede volver atrás, cuántas veces lo podemos usar en un mismo capítulo de novela o pesadilla, si el hecho de que tú lo pongas en un determinado momento significa que yo también tengo que ponerlo, si el signo depende del escritor o del lector. ¿Lo pones tú o yo? Lo pongo yo, y tú no; lo pones tú, y yo no. Difícil cuestión.
Ya tengo la solución. No existe el signo. ¿O si? Lo he visto tantas veces escrito. Lo he soñado tantas veces. Pero lo he sentido tan pocas, quizá ninguna, o quizá sí y no supe qué lo que estaba sintiendo era el momento de la escritura de ese maldito signo porque, claro, hay muchos manuales sobre ortotipografía, pero en ninguno te dicen cómo es ese preciso instante en el que te decides a ponerlo, ese momento en el que coges el bolígrafo, acabas una palabra, te tiembla la mano e intentas poner el maldito signo. Al mes siguiente vuelves a coger el mismo texto que habías sentido y te das cuenta de que hay signos que han desaparecido, que aquel último no estaba, incluso que aquellas palabras no te corresponden, que tú no las escribiste, pero lo más sorprendente es aquello tan minúsculo. Con el trabajo que te había costado ponerlo y ahora no está.
Quizá ahí esté el punto clave, qué paradoja, quizá tampoco esté ahí (ya supongo que a estas alturas te habrás dado cuenta de que no tengo ni idea de cómo funciona y que lo único que siento son contradicciones). Quizá no lo tengas que poner tú. Quizá se ponga solo, o quizá lo ponga otra persona, pero no tú, o no conscientemente. Yo ya no lo voy a intentar. ¿Que soy cobarde? Y qué, si siendo valiente tampoco se gana.
¿Que de qué signo estoy hablando? Está claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario