domingo, 16 de febrero de 2014

Bendita ignorancia

La vida es esclavitud;
al menos, para mí, eso es.
Soy esclavo del pensar,
que me ata como las cadenas
atan a los presos,
que me impide respirar
como si algo se me clavase
en lo más profundo de mi ser.
Pienso y me doy cuenta
de cuánto bien hace la ignorancia,
cuán felices que duermen
los afortunados de esta sociedad,
que apenas pueden ver mas allá
de sus ojos ni de sus mejillas.
También soy esclavo del sentir,
de sentir miedo a lo desconocido,
al descontrol del futuro,
a no poder agarrar con fuerza
el tiempo y ser abatido
por lo oscuro de otro alma.
Al fin y al cabo,
todos somos esclavos,
del saber o de la ignorancia.
Pero si todos somos esclavos,
¿de qué nos sirve pensar?
Bendita ignorancia que
hasta tú me abandonas…

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