Hay facturas que no podrás pagar,
tu dinero ya no vale lo que valía,
tampoco valía nada hace años,
ya no podrás comprar aquellos besos
que se derretían bajo las sábanas
que nos cubrían del frío de la mañana.
Tampoco podrás pagar aquellos recibos
que entre tasas y suplementos
llegaban hasta cantidades enormes
de felicidad que se desvanecieron sin más.
Ya no comprarás aquellos besos,
ni aquellas caricias, ni aquellos caminares
sin sentido sobre el mar abierto ante nosotros.
Aún me siguen llegando facturas,
me quieren cobrar por las lágrimas que derramé,
por las horas que pasé pensando sin pensar,
por cada instante que malgasté por tu culpa,
por las caricias rechazadas y por los corazones
rotos por tus huellas impresas en mí.
No pienso pagar más, esto se acabó,
ya he pagado suficiente, cada minuto que
te dediqué es suficiente.
Que sigan llegando facturas,
que las seguiré acumulando
en mi pequeño cajón.
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