Me da miedo verme como ellos
ante ojos como los míos,
que no sean capaces de entender
lo que aquellas arrugas sienten,
ni de comprender que hay detrás,
cuantas batallas ganadas
y cuantos desastres lapidados.
Miedo al desahucio de la soledad,
a la marginación del raciocinio,
a la realidad subjetiva circundante,
al viaje del nunca jamás.
Pero esa es la verdad de la mentira,
de la mentira que habla y siente
la mirada incierta de estos mis cristales.
Miralos tú, intenta leerlos,
entenderlos, arráncalos si es necesario.
Me da miedo, o quizás envidia,
o vergüenza, o repugnancia,
o no sé qué, mirarme al espejo
y ver lo que mis ojos ven
y que yo me niego a ver.
Que la vida pasa, también para mí.
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