La alarma sonó a las 6 de la mañana. Hora de empezar el viaje. Primera sorpresa: estamos cargando el coche y empieza a nevar... nos esperaban cinco horas de viaje y la nieve no era un buen aliado. Sin embargo, no podíamos permitir que esto arruinara el viaje, así que cabeza fría, tranquilidad y a ver que pasaba... Después de una hora de nieve, todo paró y parecía que el sol se dejaba asomar entre las nubes aunque de forma muy disimulada. Lo mejor de estas horas de viaje, los últimos 50 km en los que el gps nos sumió en las montañas escocesas, todas nevadas, volviéndonos a nevar, con un paisaje paradisíaco, aunque también con cierto miedo de quedarnos tirado en la montaña con la nieve y poca gasolina. Finalmente, llegamos a Edimburgo, magnífica ciudad. Parecía que aún vivíamos en una época en la que la arquitectura moderna no existía, en la que todo era ladrillo. Lo primero era comer. Mierda, nos hemos dejado el embutido en casa. Bueno, aún así, aquí el capitán había preparado tres tortillas de patatas, filetes empanados, etc... así que nos pusimos como vacas y empezamos nuestra visita turística. La primera vista de Edimburgo esta:
Esto era Calton Hill, un mirado precioso de Edimburgo, desde donde Sofía vió el "London Eye" y donde había una imitación del pórtico de el Partenón de Grecia:
Seguimos pateándonos la ciudad, sus calles peatonales empedradas del centro histórico, su Catedral de St Giles, el Castillo, eso sí, carísimo porque valía 16 pounds, así que nuestra economía nos permitió quedarnos exclusivamente en la puerta. Seguimos andando y visitando la ciudad y el cansancio nos exigía un café en el Costa. Tras esto y antes de poner al día, nos fuimos a ver uno de los palacios y el parlamento y también aprovechamos para hacer un poco de deporte y subir a la colina que está justo a la izquierda de la primera foto que subíamos aquí.
Estábamos muy cansados, así que a eso de las 8 poníamos rumbo al hostal, que curiosamente ya habíamos dado con él anteriormente porque aparcamos sin querer en su calle, cosas que tiene la vida. La verdad que el hostal muy bien, en pleno centro de Edimburgo. Cuando llegamos a la habitación solo había un chico italiano. Posteriormente llegó una chica demasiado valiente: una estadounidense que se había ido de viaje solo durante cinco semanas por toda Europa. Allí nos duchamos, comimos, etc, y ya dormidos llegaron otros dos compañeros que casi no los vi: llegaron cuando estaban dormidos y se fueron antes de que nos despertáramos y eso que a las 8 estábamos en pie. Nos levantamos, arreglamos las maletas, bajamos a desayunar ya que el hostal incluía el desayuno, que no era gran cosa, aunque tampoco podíamos pedir más por lo que habíamos pagado, y nos poníamos a acabar de visitar Edimburgo para luego marchar a Inverness. Estuvimos viendo algunos monumentos que nos faltaban y el famoso cementerio que Sofía moría por ver.
Una vez que decíamos adiós a Edimburgo, al puente de los suicidios y a todo su magia, nos subíamos en el coche otra vez durante tres horas para ir a Inverness y el famoso Lago Ness, donde nuestro amigo Nessie nos esperaba. Maravillo comer en el coche, aparcado en un mirado en el lago y mirando el paisaje.
Ese día estuvimos alrededor del Lago, fuimos a ver el Castillo de Urquhart y habían cerrado tan solo 10 minutos antes y lo mismo nos pasó con el centro de investigación del monstruo que se escondía en esas aguas, así que marchamos a Inverness y a visitar su ciudad, que tampoco tenía mucho, pero también tenía su pequeño encanto.
Luego, compramos algo en el supermercado y nos vamos al hostal a descansar, que por cierto, aunque teníamos una habitación compartida, no había nadie más, así que más tranquilidad. A la mañana siguiente, otra vez había que madrugar para volver al Castillo y volver a Drumchdonit (no recuerdo si se escribía exactamente así), que era donde se encontraba todo lo que envolvía en cierto modo el mito del monstruo.
Fabuloso paisaje, muy interesante puesto que la excursión incluía un pequeño vídeo sobre la historia de Escocia y sus numerosos conquistadores, así como te explicaba el sentimiento independentista que estaba naciendo nuevamente entre estas montañas y que nos recordaba en cierta medida a Cataluña. Después de visitar esta zona, nos subíamos otra vez en el coche para cambiar de rumbo: ahora tocaba Glasgow. Sin duda, el trayecto de coche más cansino... quizás fue que solo hicimos una breve parada o quizás que ya íbamos acumulando muchas horas en el coche, pero lo que se es que cuando me bajé del coche, no había ninguna parte del cuerpo que no me doliera. Y lo primero que ver: George Square.
Ese día lo pasamos entero visitando Glasgow, dando bandazos de un lado a otro con el coche porque la verdad que estaba cada cosa en una punta y no era fácil ir caminando. No sé que habríamos hecho sin nuestro magnífico GPS. Vimos otro castillo, algunos museos, calles comerciales, etc... la verdad que todo bastante bonito para lo que me habían dicho y para lo que había leído de Glasgow, que aparecía siempre como la ciudad menos turística, pero que a mí me lo pareció bastante si sabes buscar e indagar un poco, sino que alguien me diga que esta foto no desprende una belleza natural y encima no se ve el hermoso parque que le rodeaba.
Bueno, ya a última hora nos dirigíamos al hotel, este sí de más calidad: una habitación para nosotros, unas camas estupendas, un cuarto de baño bueno, aunque casi me mata porque se me cayó la ducha encima y lo mejor: nos traen el desayuno a la habitación por la mañana. Al día siguiente, otra vez madrugar: había que terminar de ver Glasgow y poner rumbo desgraciadamente a casa. Así que como siempre a las 8 en pie y rumbo a los museos y a la Catedral, donde fuimos unos afortunados, asistimos a una auténtica boda escocesa: muchos de sus invitados con la típica falda de cuadros, la verdad que bastante curiosa la celebración y la catedral preciosa.
Con esto, poníamos fin al viaje. Nos embarcábamos rumbo a casa, 4 horas y media de viaje por delante. Sin duda, un viaje magnífico, rodeado de la mejor compañía que podía pedir y con un paisaje que nos cautivó minuto a minuto.
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