Anoche me dijeron la verdad.
El teatro me habló.
Aquella farsa me dijo la verdad.
Tuvo que venir Gardel,
el día que me quieras,
y aquella familia venezolano
para afirmar lo que todos
gritamos a gritos en silencio
cada día, cada minuto.
Pero no me dijeron
lo más importante,
cómo afrontar aquella maldita verdad,
qué hacer cuando el silencio llega,
y es que con ella siempre llega el silencio,
y eso me aterroriza.
Cómo afrontar los coches que me adelantan
o lo que adelanto yo,
cómo recordar aquellas palabras
leídas entre líneas sin tiempo,
cómo vivir esta maldita monotonía,
si quienes tienen que ser monótonos
no están aquí cada día.
¡Qué sentido tiene coger lo peor de la monotonía…!
jueves, 25 de septiembre de 2014
domingo, 14 de septiembre de 2014
Reflexionar no es siempre bueno
Tal vez esta noche necesite un abrazo que me ayude a salir de la mierda en la que me caí. No me caí, la busqué. Pero un abrazo de esos silenciosos, de los que no esperan nada, no justificación, no palabras, solo silencio; no de esos de los que acaban liados en sábanas, esos ya no funcionan. Será que también pasaron de moda, como tantas otras cosas. Probablemente necesite un psicólogo, uno bueno, de esos que de verdad te hacen pensar que tienes que aceptar la vida tal y como es, que no lo hacemos tan mal como pensamos muchas veces cuando nos deslizamos en la penumbra, que nuestros golpes son fruto de nuestras maniobras y que debemos aprender a decir que si, a decir que no, y a controlar, controlar nuestros instintos, nuestros miedos, y nuestra vida. Ese es mi propósito. Controlar mis miedos, tomar el sol y escuchar el río pasar. ¡Qué fácil parece todo ahora que reflexiono, que intento ser objetivo y tengo tiempo para usar la maldita balanza que nunca funciona cuando debe funcionar, en ese preciso momento en el que todo pasa tan rápido, en el que cualquier decisión parece errónea aún siendo la única correcta o la única posible! Todo sería más fácil si este mundo fuera justo. Ya sé que esta frase que acabo de escribir es una estupidez. Nunca dije que no escriba estupideces. Si todos nos enfrentáremos a los mismos problemas. Otra estupidez: si me pongo a pensar en los problemas de los demás, yo me habría muerto hace veinticinco años. Me encantaría conocer a ese que llaman "azar" o "destino", saber cómo respira, cómo late, por qué si y por qué no. Esta reflexión no me gusta. Me hace sentir aún peor, demasiado afortunado y poco justo conmigo. No es precisamente lo que necesito ahora. Buenas noches.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Miami II
22:15. 31 días. Una caída. Un mal sueño. Mil sensaciones. Supongo que felicidad. Supongo bien. Tantas cosas y ninguna sale. El printear, aunque sea mandatorio, parece que se resiste. Las palabras se quedan dentro. Quizá ya salieron demasiadas, pero las buenas son más tímidas. Qué difícil compartir lo mejor. ¡Qué egoísta! ¿Miedo a que me lo quiten? Quizá lástima porque no lo compartan conmigo. A veces hasta me siento mal por disfrutar sin que los más importantes de mi vida estén aquí conmigo y puedan disfrutar de ello. Ni contigo ni sin ti, una vez más. Otra ironía. Una vida llena de ironías. Así podría llamar a alguno de mis libros. ¿Acaso tengo alguno? Que yo sepa no. ¿O si? Ay dios. El lujo me rodea y se acuesta conmigo cada noche, pero está frío. No me calienta. Otra ironía. ¿Cómo no va a calentar con la temperatura que hace? Se le olvidó. Madrid aparece. Cimientos, cuidado, aún estáis inestables y quizá se acerque un huracán. Prevenir o curar. Supongo que prevenir. Pero, ¿dejamos de vivir por prevenir? Más de uno no me entienda. ¿Estos son problemas? Claro, no saber si el chófer te habrá traído el coche cuando bajes. Esto es Miami. Ricos vs. Pobres. Y yo no quepo. Esto se acaba. La gente fantástica aún no salió en este cuento, mi segunda casa me espera a unos veinte minutos y el sentirme realizado me acompaña cada noche. Los soles truncos me esperan.
Puedo fingir II
Puedo volver a fingir que
ya te he olvidado
que no me acuerdo
de la estepa de u cama
ni del calor de tus abrazos.
Puedo fingir
que tus fotos no me afectan,
pero no puedo borrar
tu nombre de mi lista,
no saber más de ti.
Incluso puedo fingir que
no me importa que
te vaya bien,
que la vida se apiade de ti,
y que no te estés hundiendo
en la miseria.
Puedo fingir todo eso,
pero me canso.
Esta noche tampoco soy
valiente.
ya te he olvidado
que no me acuerdo
de la estepa de u cama
ni del calor de tus abrazos.
Puedo fingir
que tus fotos no me afectan,
pero no puedo borrar
tu nombre de mi lista,
no saber más de ti.
Incluso puedo fingir que
no me importa que
te vaya bien,
que la vida se apiade de ti,
y que no te estés hundiendo
en la miseria.
Puedo fingir todo eso,
pero me canso.
Esta noche tampoco soy
valiente.
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