sábado, 19 de julio de 2014

Cuatro paredes

Era raro.
Las luces seguían iluminando
aquellas cuatro paredes, las nuestras,
o, mejor dicho, las que fueron nuestras.
Nosotros ya nos habíamos apagado,
perdimos la batalla,
y pensar qué sombras aparecerán ahora
a lo largo del sofá,
y pensar cuál fue tu error, mi error,
por qué no fuimos capaces de volver
a pulsar aquel interruptor
el último día que nos dijimos adiós,
el mismo que dejamos que el sol
nos despertara acurrucados.
Ahora que lo pienso, creo que
la factura de la luz
se me está yendo de las manos,
que estoy pagando con creces
aquellos pocos voltios que
consumimos entre besos y abrazos.
No sé si tú apagaste la luz al salir
y por eso hoy sigues brillando,
se ve que yo la dejé encendida
y la perdí en aquellas cuatro paredes…

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