La vida es esclavitud;
al menos, para mí, eso es.
Soy esclavo del pensar,
que me ata como las cadenas
atan a los presos,
que me impide respirar
como si algo se me clavase
en lo más profundo de mi ser.
Pienso y me doy cuenta
de cuánto bien hace la ignorancia,
cuán felices que duermen
los afortunados de esta sociedad,
que apenas pueden ver mas allá
de sus ojos ni de sus mejillas.
También soy esclavo del sentir,
de sentir miedo a lo desconocido,
al descontrol del futuro,
a no poder agarrar con fuerza
el tiempo y ser abatido
por lo oscuro de otro alma.
Al fin y al cabo,
todos somos esclavos,
del saber o de la ignorancia.
Pero si todos somos esclavos,
¿de qué nos sirve pensar?
Bendita ignorancia que
hasta tú me abandonas…
domingo, 16 de febrero de 2014
sábado, 15 de febrero de 2014
Una de esas noches con nubes negras
Una de esas noches con nubes negras
en la que el sueño no me dejaba dormir
y me llevaba por caminos de sangre,
por los caminos de esta sociedad,
en la que vale más una moneda que una vida.
Una de esas noches con nubes negras
en la que luchaba contra mi mente
para no sucumbir ante el miedo
del dolor, del sufrimiento, del fin
que se acerca a cada instante.
Una de esas noches con nubes negras
en la que las sábanas no me abrigaban,
ni tus brazos me daban cobijo,
ni mi cuerpo encontraba consuelo
ante la frialdad con la que se enfrentaban mis ojos.
Una de esas noches con nubes negras
en la que esperanza se evaporó
huyendo de este ser humano
tan carnívoro, tan vacío y tan fiero
que espera ahí fuera cada mañana.
Una de esas noches con nubes negras
en la que perdí la fe en la humanidad…
en la que el sueño no me dejaba dormir
y me llevaba por caminos de sangre,
por los caminos de esta sociedad,
en la que vale más una moneda que una vida.
Una de esas noches con nubes negras
en la que luchaba contra mi mente
para no sucumbir ante el miedo
del dolor, del sufrimiento, del fin
que se acerca a cada instante.
Una de esas noches con nubes negras
en la que las sábanas no me abrigaban,
ni tus brazos me daban cobijo,
ni mi cuerpo encontraba consuelo
ante la frialdad con la que se enfrentaban mis ojos.
Una de esas noches con nubes negras
en la que esperanza se evaporó
huyendo de este ser humano
tan carnívoro, tan vacío y tan fiero
que espera ahí fuera cada mañana.
Una de esas noches con nubes negras
en la que perdí la fe en la humanidad…
jueves, 6 de febrero de 2014
Un hormigueo
Aquí en la cama
siento un hormigueo
en el cuello,
un hormigueo que va
desde la clavícula
a la oreja,
que hace el mismo camino
una y otra vez,
sin cansarse,
alimentándose de mí
y dándome vida
a cada instante.
Abro los ojos
y se van.
Solo era un recuerdo,
quizá inventado,
pero un recuerdo,
porque los recuerdos son
la auténtica realidad,
porque es lo único que
realmente depende de nosotros,
lo que nosotros hacemos día a día,
porque este recuerdo mío,
y quizá tuyo.
siento un hormigueo
en el cuello,
un hormigueo que va
desde la clavícula
a la oreja,
que hace el mismo camino
una y otra vez,
sin cansarse,
alimentándose de mí
y dándome vida
a cada instante.
Abro los ojos
y se van.
Solo era un recuerdo,
quizá inventado,
pero un recuerdo,
porque los recuerdos son
la auténtica realidad,
porque es lo único que
realmente depende de nosotros,
lo que nosotros hacemos día a día,
porque este recuerdo mío,
y quizá tuyo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)