Ay Dios,
ya no sé qué decir,
la gente me pregunta dónde está,
por qué no aparece,
por qué no le escribo,
y ya no sé qué responderles.
Yo tampoco lo sé.
Me dejó,
no sé hasta cuándo,
si volverá mañana,
o nunca.
Mientras tanto
yo sigo abriendo los ojos,
pasando horas sentado en el metro,
tirado en la calle,
esperando y esperando…
Me da miedo que
no salga de mi cabeza,
o que no vuelva a entrar,
que me bloquee,
que no nos reunamos más
y que me quede vacío.
Lo peor esto no es amor;
ése tiene solución,
no hay muerte eterna,
pero esa incertidumbre
me está matando.
Quizá cuando lo superé,
perdí a mi musa…
y eso no se puede superar.
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