Madrid, 20 de Noviembre de 2013
Hoy intento hacer como ella; sentarme al lado de la ventana y mirar. No viajo. Hay algo que encierra a esos pájaros que a ella le salían volando en bandada. Miro por la ventana y parece como si todo estuviera quieto, como si nada tuviera vida, como si todo se hubiera quedado estancando en algún pasado. He perdido la imaginación, la creatividad, aquel ángel que me susurraba las ideas en sueños y a veces siento como si un diablo me persiguiera. No sé a dónde buscar, ni a qué esperar; el tiempo, que dicen que es el único que cura, no pasa… Vuelvo a mirar a la ventana y cierro los ojos; intento colarme por las ventanas de mi vecino, hundirme en su vida, sentir sus objetos, … Cuando parece que voy a poner mi pie sobre ese frío suelo, me doy un golpe. Algo me agarra, me impide el aterrizaje y tengo que volver como si hubiera planeado un plan B. Pero no lo hay. A veces me da miedo emprender ese viaje y al volver, encontrarme a mi propia ventana cerrada. ¿Qué haré entonces? Me quedaré en la nada, sin el otro y sin el yo, sin presente, ¿acaso tampoco sin pasado? Pero hoy no es así, hoy vuelvo, me siento del mismo modo que me senté al principio, preparándome para el próximo viaje, pero se que nunca llegará… Creo que la ventana me da miedo, quiero meterme en la cama, taparme hasta arriba con la oscuridad y volver a dormir. Quizá allí sea capaz de volar hasta a aquella ciudad, a la misma a la que viajó ella, la que compartimos los cuatro.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
viernes, 8 de noviembre de 2013
¿Y si … ?
¿Y si aún no te has ido?
Todavía se cuelan rayos,
aunque no sé si de sol
o tiniebla.
¿ Y si aún sigue siendo
nuestro momento?
Los cuadros siguen ahí,
siendo testigos del recuerdo,
del pasado más pasado.
¿Y si sonríes al verme?
Todavía la recuerdo,
perdida a orillas del mar,
nadando entre segundos
mudos.
¿Y si dejo de escribir?
Solo taparía el polvo,
pero mañana volvería a
llover,
y quedaríamos en el fango
de nuevo.
Y me pregunta:
¿y si lo intentamos?
Probablemente sea tarde.
Todavía se cuelan rayos,
aunque no sé si de sol
o tiniebla.
¿ Y si aún sigue siendo
nuestro momento?
Los cuadros siguen ahí,
siendo testigos del recuerdo,
del pasado más pasado.
¿Y si sonríes al verme?
Todavía la recuerdo,
perdida a orillas del mar,
nadando entre segundos
mudos.
¿Y si dejo de escribir?
Solo taparía el polvo,
pero mañana volvería a
llover,
y quedaríamos en el fango
de nuevo.
Y me pregunta:
¿y si lo intentamos?
Probablemente sea tarde.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Parálisis
<<El hombre es más sabio que todo. Todo él condicionado para hacer vivir su cerebro. El hombre rey, el hombre tigre, el hombre león. Hombre hombre. Si todo es hombre, yo también soy hombre. Pero el hombre es más porque todas las costillas que tiene son de él mientras que la mujer está hecha de una costilla del hombre. La mujer ligada al hombre, vinculada al hombre, costilla, arrancada de sus costillas, huesos de hombre, toda hombre, fundida, desaparecida. Y la tragedia de vivir que el hombre tiene que soportar desde el nacer. Y la guerra. Y la revolución. >>
<<Acabo de poner la sonata de Kreutzer. No estoy en la sala de espera del médico, no pienso nada de lo que digo, no estoy emocionada. Escribo. Escribo y no llego a poder comunicar la gran mezcla de sensaciones que querría poder comunicar. A la vida de verdad no llega nadie. Intentos, pruebas. Ensayos. Escaramuzas del indio sioux, que es el más astuto. Nada. ¡La sonata en el tocadiscos y a llenar hojas! Hablo de mí. Y no hablo de mí. Cuando alguien muy inteligente diga: Ya la tenemos con todas sus astucias de escritor que quiere y no llega… Y cómo confiesa, Señor… Se encontrará con las manos vacías. No daré nada. Hablaré sin parar de mí y no diré nada. Parálisis soy yo.>>
<<Acabo de poner la sonata de Kreutzer. No estoy en la sala de espera del médico, no pienso nada de lo que digo, no estoy emocionada. Escribo. Escribo y no llego a poder comunicar la gran mezcla de sensaciones que querría poder comunicar. A la vida de verdad no llega nadie. Intentos, pruebas. Ensayos. Escaramuzas del indio sioux, que es el más astuto. Nada. ¡La sonata en el tocadiscos y a llenar hojas! Hablo de mí. Y no hablo de mí. Cuando alguien muy inteligente diga: Ya la tenemos con todas sus astucias de escritor que quiere y no llega… Y cómo confiesa, Señor… Se encontrará con las manos vacías. No daré nada. Hablaré sin parar de mí y no diré nada. Parálisis soy yo.>>
Parálisis, Mercè Rodoreda
viernes, 1 de noviembre de 2013
Los hijos muertos
Verónica subió a la azotea para ver el resplandor de los incendios. No había dicho nada ni preguntado nada. (<<Acaso le sea ajena todo esto. Acaso sólo está aquí porque su amor es más fuerte que todo.>>) Ella pertenecía a los otros. Esta idea le hacía daño. La apretó más contra sí, casi esperando oír su gemido. (<<Nunca le di explicaciones de nada. Nunca le pregunté nada. Yo he hablado siempre, y ella ha obedecido, acatado. Es decir: ella ha hecho siempre aquello que yo deseaba. Tal vez era exactamente lo que deseaba también ella. Pero yo no se lo pregunté nunca. No sé si cree que estoy en la razón. Puede que piense que cada uno está en su razón. No lo sé, nunca me he preocupado por saberlo.>>) Pero ella estaba allí, con él, en la habitación estrecha, junto a la ventana del patio por donde el sol entraba tarde, despacio. Ella estaba allí, en la mañana sofocante, y sabía dónde iría él. Lo sabía o lo imaginaba.
Los hijos muertos, Ana María Matute
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