¿Y qué le voy a hacer si me duele,
si cada vez que escucho tu nombre
algo se desgarra aquí adentro,
allí donde el bien y el mal se unen,
donde el aire deja de ser aire
y donde yo dejo de ser yo
para ser no se qué… ?
¿Y qué le voy a hacer si enloquezco,
si cada vez que miro el reloj,
ese mismo que decidió no funcionar
y congelar las horas muertas,
horas en las que el mundo sigue,
la vida sigue, pero yo dejé de ser yo
para ser no sé qué …?
¿Y qué le voy a hacer si …?
Supongo que sonreír,
porque sé que este reloj va a funcionar,
que yo lo voy a hacer funcionar,
que tu nombre va a caer en el olvido,
que yo voy volver a respirar
aunque seguiré siendo no sé qué.
Quizá no sea tan importante saber qué se es
mientras se siga siendo algo …
martes, 24 de marzo de 2015
domingo, 8 de marzo de 2015
Locura y Razón
A veces me pregunto
donde están los límites
entre la locura y la razón,
entre lo que es normal
y lo que no es normal,
entre tu mente y la mía.
Entonces me doy cuenta
del engaño de la mente,
de su perversión innata,
que se alimenta de las víceras
como buitre carroñero,
de la libertad que dicha razón
nos regaló al abrir los ojos
y que la locura se empeña
en arrebatarnos a cualquier precio.
No importa lo perfecto
que sea todo porque ella trabaja
a jornada completa
y su salario está por encima del mío.
Quizá sea hora de pedir un ascenso,
de empezar a ser el jefe
y explicarle que esto no es sano,
que no sirve de nada,
que la vida es mucho más fácil
cuando la la razón y la locura
trabajan unidas de la mano.
donde están los límites
entre la locura y la razón,
entre lo que es normal
y lo que no es normal,
entre tu mente y la mía.
Entonces me doy cuenta
del engaño de la mente,
de su perversión innata,
que se alimenta de las víceras
como buitre carroñero,
de la libertad que dicha razón
nos regaló al abrir los ojos
y que la locura se empeña
en arrebatarnos a cualquier precio.
No importa lo perfecto
que sea todo porque ella trabaja
a jornada completa
y su salario está por encima del mío.
Quizá sea hora de pedir un ascenso,
de empezar a ser el jefe
y explicarle que esto no es sano,
que no sirve de nada,
que la vida es mucho más fácil
cuando la la razón y la locura
trabajan unidas de la mano.
jueves, 5 de marzo de 2015
Las cosas están cambiando
Las cosas están cambiando.
Hoy no voy a escribir
de lo mismo de siempre
o no exactamente de lo mismo.
Hasta ahora, el alma de poeta
se había dejado llevar
por las tempestades de
la agonía, el sufrimiento
y de hasta el infierno.
Así era porque así era considerado
normal por la sociedad.
Lo normal era tumbarse en la cama
y usar las sábanas como pañuelo.
Era más fácil buscar culpables,
aunque fuera uno mismo,
que valorarse a uno mismo.
Era más fácil refugiarse en los demás
que en uno mismo,
pero las cosas están cambiando.
Ahora empiezo a buscar dentro de mí,
a encontrar a mi yo,
a hablar conmigo y a decidir por mí.
Cierto que aún es difícil,
que aún hay miradas que me desvían
del camino para llevarme al suyo
y que, a veces, me pregunto si
estas sábanas no me van a traer
peores consecuencias
o si realmente estoy haciendo lo que quiero.
No obstante, miro en mi interior y siento que
estoy decidiendo por mí,
que estoy viviendo el presente y
que la equivocación no es una opción.
No me equivoco. Si las cosas no salen bien,
no fue una equivocación,
hice lo que sentía. Ahora paso página
y sigo adelante.
Valgo mucho. Ya habrá más libros.
Pero también hay que cerrar cada capítulo,
hay que perdonar,
y en ese proceso está el individuo.
¿Por qué dije que no voy a hablar de lo mismo
o no exactamente de lo mismo?
Porque sigo hablando de mí,
que hasta ahora lo había considerado
de segunda categoría,
pero que ahora es lo único que existe.
¿Qué va a ser más importante que yo mismo?
Ya no hablo de mis lamentos, hablo de mi poder,
del que llevo dentro y del que me saca esta sonrisa,
hablo de mi naturaleza que puede con todo. L
Hoy no voy a escribir
de lo mismo de siempre
o no exactamente de lo mismo.
Hasta ahora, el alma de poeta
se había dejado llevar
por las tempestades de
la agonía, el sufrimiento
y de hasta el infierno.
Así era porque así era considerado
normal por la sociedad.
Lo normal era tumbarse en la cama
y usar las sábanas como pañuelo.
Era más fácil buscar culpables,
aunque fuera uno mismo,
que valorarse a uno mismo.
Era más fácil refugiarse en los demás
que en uno mismo,
pero las cosas están cambiando.
Ahora empiezo a buscar dentro de mí,
a encontrar a mi yo,
a hablar conmigo y a decidir por mí.
Cierto que aún es difícil,
que aún hay miradas que me desvían
del camino para llevarme al suyo
y que, a veces, me pregunto si
estas sábanas no me van a traer
peores consecuencias
o si realmente estoy haciendo lo que quiero.
No obstante, miro en mi interior y siento que
estoy decidiendo por mí,
que estoy viviendo el presente y
que la equivocación no es una opción.
No me equivoco. Si las cosas no salen bien,
no fue una equivocación,
hice lo que sentía. Ahora paso página
y sigo adelante.
Valgo mucho. Ya habrá más libros.
Pero también hay que cerrar cada capítulo,
hay que perdonar,
y en ese proceso está el individuo.
¿Por qué dije que no voy a hablar de lo mismo
o no exactamente de lo mismo?
Porque sigo hablando de mí,
que hasta ahora lo había considerado
de segunda categoría,
pero que ahora es lo único que existe.
¿Qué va a ser más importante que yo mismo?
Ya no hablo de mis lamentos, hablo de mi poder,
del que llevo dentro y del que me saca esta sonrisa,
hablo de mi naturaleza que puede con todo. L
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