Reflexiono detenidamente y me doy cuenta de lo injusto que he sido conmigo y con ellos. Me doy cuenta de cuánto me he quejado por no comprarme ese nuevo jersey que tanto me gustaba, pero no pensaba en los treinta que tenía en el armario. Me he quejado por estar lejos de mi familia a veces, pero no me daba cuenta de lo afortunado que era por estar haciendo lo que quería. Me he quejado porque quiero irme a Bora Bora por Navidad y no puedo, pero no pienso ni en Cuba, ni en Chicago, ni en Nueva York, ni en París, ni en Ibiza. Me quejo tanto que ahora me muero de la vergüenza.
Por eso os pido y me exijo que hoy nos sentemos y miremos a nuestro alrededor y veamos lo maravillosa que es la vida. Lo que pase mañana no importa, pero hasta hoy hemos sido felices, lo hemos tenido todo y muchas personas no sentirán eso nunca. No importa que mañana nos apretemos el bolsillo para ir a cenar, que estemos solteros, que no encontremos trabajo, que tengamos que pasarnos el día en la biblioteca, porque tenemos muchas más cosas buenas que no miramos. Abramos los ojos.
Así que hoy doy las gracias a todos por lo feliz que soy y solo tengo un deseo para el año que viene: no tener miedo a nada.