viernes, 27 de diciembre de 2013

Abre los ojos… Gracias

Hoy me siento aquí, delante del ordenador, no para intentar escribir algunos versos o algún microrrelato. Hoy me siento aquí para dar las gracias, las gracias a mis padres y a mis hermanos por estar ahí, las gracias a mis amigos por no olvidarme, las gracias a todos los que durante este año me han sacado una sonrisa, aunque sea solo una. 

Reflexiono detenidamente y me doy cuenta de lo injusto que he sido conmigo y con ellos. Me doy cuenta de cuánto me he quejado por no comprarme ese nuevo jersey que tanto me gustaba, pero no pensaba en los treinta que tenía en el armario. Me he quejado por estar lejos de mi familia a veces, pero no me daba cuenta de lo afortunado que era por estar haciendo lo que quería. Me he quejado porque quiero irme a Bora Bora por Navidad y no puedo, pero no pienso ni en Cuba, ni en Chicago, ni en Nueva York,  ni en París, ni en Ibiza. Me quejo tanto que ahora me muero de la vergüenza. 

Por eso os pido y me exijo que hoy nos sentemos y miremos a nuestro alrededor y veamos lo maravillosa que es la vida. Lo que pase mañana no importa, pero hasta hoy hemos sido felices, lo hemos tenido todo y muchas personas no sentirán eso nunca. No importa que mañana nos apretemos el bolsillo para ir a cenar, que estemos solteros, que no encontremos trabajo, que tengamos que pasarnos el día en la biblioteca, porque tenemos muchas más cosas buenas que no miramos. Abramos los ojos. 

Así que hoy doy las gracias a todos por lo feliz que soy y solo tengo un deseo para el año que viene: no tener miedo a nada. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Me exilio, me exiliaste

Me exilio a mi cuarto.
Me exiliaste.
Allí no te podré ver,
no podré saber de ti,
pero no estaré sin ti,
seguirás allí, en mi mente.
Ya no sé cómo exiliarme.
Me fui de tu casa, de la mía,
crucé fronteras,
me ahogué en campos de concentración,
nadé en la soledad,
fingí no pensarte y vivir,
pero ni vivía ni dejaba de pensarte.
Yo me exilio, 
pero mi memoria se niega.
Ella dice que no se exilia,
que seguirá viviendo en el pasado,
su hábitat natural.
No sé quién le ha dado vida propia.
Se me rebela y no sé qué hacer.
En las noches me despierta,
la intento burlar, 
pero no se deja. 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Perfección

¡Maldita perfección! Ella es la culpable. Por ella, ella no es feliz. La maleta le pesa mucho, está llena de piedras, no se puede mover y no sabe cómo volverse para ir sacando piedra a piedra. Quizá no se haya dado cuenta de que tiene un problema, de que su infelicidad tiene una causa. O quizá sí, sí sepa que lo tiene, pero no sabe cómo solucionarlo, qué hacer, con quién hablar, … Está tan pérdida como los imperfectos. ¿Quién lo podría esperar de ella que siempre ha sido perfecta? La perfección le está arruinando la vida y debe hacer algo antes de que sea demasiado tarde. No comprende que no merece la pena ser perfecta para los demás y la persona más infeliz en su cama; que es su vida y que en lo único que debe pensar en su manera de vivir, en los riesgos que está dispuesta a asumir y en los que no, en establecer sus límites, pero que sean suyos, que no permita que nadie se los imponga, ni siquiera de forma inconsciente; que coja un libro y se siente en aquella cafetería que tan buenos recuerdos le trae y decida cuál es el limite del sufrimiento. Para ella la perfección se convirtió en sufrimiento, en insatisfacción, en anhelo, en exigencia y ahora su vida no es más que un espejo de ello.

Nunca nadie le dijo que debiera ser perfecta, pero tampoco nunca nadie te dice cómo ser feliz y la pobre pensó que en la perfección encontraría la felicidad. Y se ha chocado.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Temor

No somos más que miedos, uno tras otro. Y luego viene otro. Y otro. Y otro. Y cuando parece que ya no hay más, siempre aparece otro. Definición de vida: temer. Algunas veces he pensado: <<me meto en la cama y de aquí no salgo>>. Pero inmediatamente he dicho: <<No, que se me puede caer el techo encima>>. Quizá sea por eso que no te miro a los ojos cuando hablo, ni cuando sonrío, ni cuando te acaricio. Puede que veas mis miedos en mis ojos y eso me da miedo. Temo que mañana ellos no estén, que mañana la desgracia acuda a los míos (con lo fácil que es pasar de largo, desaparece, hundirse, … pero ella siempre está). Temo no volverte a encontrar, que los escalones se ablanden y que sea incapaz de pisar firme, que mundo sobre el que camino diariamente se abra ante mí y caiga, caiga y caiga… y haya un momento en el que sea incapaz de subir, pero en el que seguiré estando vivo, porque la desgracia es de esas que viene y se queda durante mucho tiempo contigo, que te ve sufrir poco a poco, día a día, pero nunca acaba contigo en el momento.

Vuelvo a temer. La cabeza gira. Quiero vomitar, retorcerme en mí mismo, gritar, llorar, dormir. Vomito, me retuerzo, lloro, pero no duermo. El miedo no me deja. Sé que, cuando despierte, todo volverá a empezar y volveré a temer, y la cabeza volverá a girar y querré vomitar y retorcerme y así sucesivamente.

Pero no le temo a la muerte.