Malditas palabras,
¿dónde estáis?
¿Por qué os escondéis ahora
que sale el sol cada mañana
y que la sangre vuelve a fluir?
Sois tan dañinas …
Os regocijáis en la miseria,
en las tinieblas del barro,
en las lluvias sin fin,
pero cuando la suerte cambia
y la moneda cae boca arriba,
desaparecéis como perras.
No creáis que vais a ganar la batalla,
me da igual perdeos
si es el precio que tengo que pagar
para sonreír y ser libre.
Seré mudo, no diré ni una sola palabra,
pero seguiré hablando,
mi cara habla por mí,
lo dice su reflejo.